Hace tiempo que no sabemos nada de las andanzas de Mantequilla, y es que nuestro amigo tiene una vida propia al margen de su famosa apuesta. Pues está en Palma de Mallorca, como lo oyen. Y, por qué demonios está este hombre allí?, quiere degustar todos esos ricos embutidos que se producen en la isla?, nada más lejos de la realidad. Siendo vecino de Granada, como la mayoría de nosotros, sabe que es una ciudad en la que el trabajo y precariedad son sinónimo, asi que de cara a este verano tuvo la idea de trabajar intensamente para poder tener un invierno tranquilo, sin agobios monetarios, currar a tope pero cobrando bien, y como más de una persona y de dos le había comentado que en Mallorca y Baleares en general se cumplen esos objetivos en la hostelería, pues allá que se ha ido.
Vamos a ver, ante esta decisión ha habido todo tipo de comentarios, favorables unos y otros no tanto. Yo, aún imaginando la estampa de mantequilla vestido de camarero de hotel, y lo que será cuando se ponga a servir mesas, es decir, una mezcla entre Mariano-Mariano y Jerry Lewis, le animé, todos saben que soy una persona lógica y sus argumentos no estaban exentos de ella, y además, Mantequilla trabajó hace años tras la barra de una cafetería, en la edad en la que se trabaja de eso, y con bastantes kilos de menos, aunque nos parezca extraño. Eso si, sabiendo lo pronto que se desmorona nuestro hombre, decidí acompañarle para darle todo el apoyo que me fuera posible, de ahí mi ausencia en estos últimos espectaculos de catch y match, de calidad irregular, según me han contado (seguramente mi presencia habría aumentado el listón hasta colocarlo en un lugar aceptable, pero chicos, la amistad es la amistad).
Algo que admiro de nuestro Mantequilla es su capacidad para atesorar buenos amigos, pero claro, es que es un gordito bueno, alegre y divertido, pues un gordito simpaticón. Irene Candiota, una de esas amigas, no dudó en ponerse en contacto con amigos de la isla para que acogieran a los viajeros, y efectivamente, aquí estamos, de ocupas en casa de dos mallorquines de pura cepa y gran corazón.
Las primeras experiencias son diversas, Mantequilla pensaba que esto era una especie de pueblo de playa grande, al estilo de las peliculas de Alfredo Landa del siglo pasado, y al contemplar que se abría ante él una ciudad mediterranea, pero ciudad, con su barrio chino y todo, se dio cuenta de que la estulticia es un rasgo muy español, como bien demuestran las cartas que le llegan a mi hermana al trabajo. El pobre mío lleva pateada toda Palma, echando currisculums con su foto retocada para parecer delgado y malo, dudando de todo como siempre, y contemplando que el horror tiene cara y está en los hoteles de 5 o más estrellas, dónde el fascismo metafórico se palpa y el mal gusto campa por doquier. Ayer Mantequilla estuvo a punto de echar un curriculum en el peor de todos de la peor zona del puerto, con cara de horror se dirigió a la recepción, y no tuve más remedio que sacarle disparado de allí y llevarmelo a tomar una cerveza a un local como de indies que estaba justo al lado, y por si acaso ahí si le di a la camarera un curriculum de Mantequilla, que no acertaba a articular palabra, el pobre.
Y en esas estamos, creo que es hora de diversificar busquedas, los rent a car del aeropuerto parecen buena opción, ya veremos.
Eso si, y esto va para Carmelo, que se quedó muy disgustado de que Mantequilla abandonara el entrenamiento, y para el resto de apostadores: nuestro hombre no solo no ha ganado peso, sino que ha perdido la cifra de 4 kilogramos, que no es moco de pavo como diría Marlo, y parece que con este trasiego la cifra aumentará. No hay mal que por bien no venga. Ha informado el mejooor, pii, piii, pi,pi...