miércoles, 28 de octubre de 2009

la mala follá que te provoca el granadino

A veces te das cuenta de que estás inaguantable, más de lo normal, que todo te molesta, que te irritas sin motivo, que la susceptibilidad corre por tus venas. Te encuentras insoportable y de primeras no sabes muy bien por qué.

Entonces te das cuenta de que en la Biblioteca Pública –y nos es la primera vez que te ocurre- faltaban dos de los tres libros que buscabas y nadie sabe muy bien porque; que de ocho ordenadores para consultar búsquedas sólo funcionan dos; que en la Sala Val del Omar la proyección de los cortos del Festival de Cine ha fallado en dos de cinco, pues en uno se iba el sonido todo el tiempo y otro se ha visto borroso todo el rato; que protestas y te dicen que no se puede hacer nada porque la copia que ellos tienen está así de mal grabada; que la página web del Festival de Cortos “Internacional” no estaba actualizada con la información de esta edición hasta el día de antes a que comenzara el evento; que por la mañana una señora te dijo a gritos desde la calle que te iba a denunciar porque estabas regando “y para eso hay un horario”; que el electricista lleva más de un mes sin aparecer para reparar la avería de la entrada; que el restaurante debajo de tu casa echa los humos de la cocina a la calle y es todo legal; que no te puedes empadronar en tu propia casa porque el ayuntamiento aun no ha hecho una visita de inspección solicitada hace un año y medio; que el consistorio quiere prohibir a partir del 10 de noviembre desde actuar en la calle a hacer ruido a la hora de la siesta y eso nos tiene que parecer normal; que para pedir cita para el médico de la Seguridad Social tienes que llamar a un 902; que si llegas al centro de salud diez minutos antes de cerrar para solicitar la tarjeta sanitaria te dicen que vuelvas mañana porque ya han apagado el ordenador “y tarda un rato en encenderse”; que...

Total que hay días que una se cuestiona si merece la pena vivir en esta maldita ciudad. Para otro día dejo las cosas que me hacen que me quede...