Hola a todos. Vereis, acabo de tomarme unas cerves con unos cuantos lilas y se me juntan en el cráneo unas cuantas cuestiones que llevo macerando todo el día. Antes que nada, aclaro que esto de escribir borracho ya lo hacía años ha, pero entonces era en cuadernos que nadie leía. Al menos ahora con esto del ciberespacio me podeis mandar agusto a dormir la mona si lo creeis conveniente, si esto lo lee alguien, claro. Eooo, is there anybody out there?. Bueno, yo a lo mío. El detonante ha sido leer un manifiesto que me han echado en el correo los de la Casa del Aire, casa mítica granadina en lo que a lucha vecinal se refiere. Para conocer su historia os remito a su web, www.casadelaire.org (copia y pega, que todavía no he aprendido a crear enlaces). Su historia se resume en que varios vecinos de un bloque albaycinero se vieron de un día para otro abocados al desahaucio por la situación de su vivienda, muy golosa para ciertas inmobiliarias que llevan varios años explotando el filón de este barrio patrimonio de la humanidad. Sin embargo estos vecinos resistieron, como en la aldea de Astérix, y descubrieron que la ley en realidad les ampara, a ellos y a tanta gente de este país que sufre su situación. Pero las mismas instituciones que aprueban esas leyes no las aplican o favorecen su tergiversación, y por tanto aunque sobre el papel las inmobiliarias salgan perdiendo, en realidad ganan la mayoría de las veces.
Recuerdo la primera vez que la loca de la casita me dijo textualmente que la gente de derechas tienen que saber que actuar y pensar así está mal. Me reí mucho, y ella también. Hay algo admirable en cualquier facha convencido, y es la tenacidad. No conocen la pereza, arrasan si hay que arrasar, muerden, queman, matan, lo que haga falta por conseguir sus objetivos. Sin escrúpulos, sin conciencia. Y el objetivo ni siquiera es sobrevivir, es simplemente tener más que el de al lado, siempre más. Yo, que soy un ser creado por la pereza, como la misma Fuerza creó a Anakin Skywalker, envidio profundamente a la gente dotada de tenacidad. Y por eso admiro mucho más a los habitantes de la Casa del Aire, que necesitan el doble de todo lo que anímicamente posee cualquier mortal para poder conservar su casa. Ni más ni menos: evitar que unos mangantes amparados en la legalidad les roben su casa.
Al subir a mi vivienda de alquiler he observado el rótulo de una fachada en desuso, unas letras setenteras en las que se leía "Peluquería Ortiz", y no he podido evitar retrotaerme a mi barrio de origen en la capital madrileña. Mi Carabanchel no es lo que recuerdo, en absoluto, ni en lo bueno ni en lo malo, la Globalización y su puta madre lo está cambiando todo, lo devora todo, las peluquerías y lo que haga falta. Yo no estoy cogiendo diamantes en una mina de África, estoy tan ricamente escribiendo esto después de tomar algo con los colegas, y tampoco hago nada por cambiar ninguna situación, aparte de escribir tan ricamente lo que me viene a la cabeza. Yo estoy en un escalón, supongo que la mina está mucho más abajo, y los campos de golf mucho más arriba. Cuando salte al vacío os diré a cuanto estoy del suelo. Pero la Casa, la Casa de momento está en el Aire, eso no se lo quita nadie.