antijunos vs projunos

Ayer fui en compañía de Rojo-Rojales a ver la película Juno, en parte animada por los comentarios sobre ella de una de las “escritoras” de este blog, varias de las niñas de IT y algunos críticos de la prensa guay.

Siento deciros que a mí me pareció un auténtico bodrio y a mi acompañante algo menos, pero también. Esas disertaciones sobre la música de tu vida de la niñata teenager y el exgrunge treintañero venido a menos me hicieron sentir vergüenza ajena y ya me puse en guardia; esa “historia de amor” que aparece como por arte de magia sin haberse definido previamente nada bien entre la niñata y su amigo highschooler Bleeker, el calculín-deportivo (genial por cierto éste); ese macarrismo verbal repentino que le entra a la rebelde adolescente cuando va a conocer a la pareja pija; esa madrastra marimandona que de repente le cae superbien a la niña porque en un momento de subidón abuelil insulta a una enfermera; esos consejos padre-hija sobre la eternidad del amor y la persona ideal de la que te tienes que enamorar. Para colmo la niña era una guitarrista puta madre y superfan de Iggy and the Stooges (!). Por eso canta una canción superñoña al final de la película. Un pastelón infumable.

Me chirriaban tantas cosas que en un momento dado dejé de prestarle atención a la película, por higiene mental. Buena fotografía, buena música (a veces)... pero nada más. Me duele que la hayan comparado con "Pequeña Miss Sunshine", que es una de mis películas preferidas del año pasado. Así que me hago de la Liga Antijuno. Ahí queda.